viernes, 14 de marzo de 2014

PANÓPTICO, por Rosario Curiel

PANÓPTICO
Rosario Curiel

«En la cárcel el ser humano carece de personalidad».
 Frase de Philip Marlowe en El largo adiós, de Raymond Chandler

En la cárcel el ser humano carece de personalidad. Él me vigila. Hace poco me escribió de nuevo. Dice que me pase por el muro. Facebook es ya una selva inhóspita en la que la gente se lanza pedazos de sí mismo, en la que todo el mundo observa a todo el mundo, como en una cárcel transparente. Él lo ve todo. No, no puedo hablar. Me dijo que me arrancaría la lengua. Que me arrancaría. La. Lengua. ¿No puede vernos él? Sí, yo empecé a darle al «me gusta» en sus estados. Empezaron los mensajes. Hablábamos.
Era amable. Luego me perseguía por los muros de los amigos y me enviaba un privado cada vez que me veía comentando lo que escribían otras personas. Llegué a hacerme otra cuenta, con otro nombre. Un día apareció en mi cuenta falsa. Dijo mi nombre verdadero. Hola, dijo, y MI nombre. Supo mi teléfono. Hoy en día los cuelgan por todas partes. Me vigilaba. Puso un control remoto en mi ordenador. No sé cómo. Sabía cosas que yo les decía a otros. Yo no soy una cualquiera, no. Soy una mujer encerrada entre cuatro paredes. Trabajo desde casa, vivo desde casa. Teletrabajo. Televida. Sí, ya ve.

Como en una cárcel. Así es. Pero oiga, no le diga que estoy aquí. Me volverá a hacer daño. No soportaría verlo aquí después de… ¿Ve mis cicatrices? ¿Estos cortes en mi cara? ¿El dedo índice de la mano derecha que nunca volverá a hacer clic en «me gusta»?

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