viernes, 14 de marzo de 2014

AMOR VIRTUAL, por Nora Ibarra

AMOR VIRTUAL
Nora Ibarra

«Si sobre ella hubiera caído en ese momento un helado, no se habría derretido.»
El largo adiós,  Raymond Chandler

La vida de Aurelia cambió el día que la editorial le envió la computadora. Había pasado cuarenta años trabajando como correctora sin salir de su casa. Aún mantenía vivo el recuerdo del baile de egresada. El joven con quien estaba bailando la invitó a dar un paseo por el jardín. Imprevistamente la besó. Antes de que reaccionase la arrojó sobre la gramilla e inmovilizándola la penetró. Después, encubriéndose en la oscuridad, huyó.
Aurelia quedó trémula, confusa y sucia. Enterró su libido y formó parte del celibato familiar junto con la madre y la abuela. Fue increíble cómo, gracias a internet, pudo superar aquel episodio que la marcó profundamente. La editorial contrató un instructor para ayudarla con la mágica red que la conectaba con el mundo en segundos.
Ricardo, su mentor virtual, era un convicto que la asistía desde la prisión donde cumplía pena. La delicadeza del hombre sedujo a Aurelia hasta aceptar casarse con él, aún en esas condiciones. Una mañana recibió un e-mail de Ricardo.

Querida:
En breve serás mi esposa y no quiero que existan secretos entre ambos. Debo decirte algo. Cuando tenía dieciocho años, violé una chica. Fue en la fiesta de egresada de ella. Nunca me lo perdoné. Pensé en buscarla y pedirle perdón, pero ni siquiera supe su nombre. Espero me comprendas y que tus sentimientos hacia mí no cambien.
Tuyo,
Ricardo

Aurelia respondió:
¡Entiendo mi amor! Sucedió hace mucho. Sin duda ella lo olvidó. Te enviaré una caja de bombones caseros para que al saborearlos pienses en mí.
Con amor,
Aurelia

Ricardo Benavídez murió envenenado en la cárcel. Aurelia Márquez desapareció el día de la muerte de él. Se desconoce su paradero.

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